Spanish
Voices : Alan Ball, Masaya Nakatsu, Janine Schulter, Sylvia Ramos, Jean-Francois Stalder.
Many thanks to : National Eczema Association
Christine, Aurélie and the children of La Génolière Primary school, Le Pellerin, France. The illustrations are the result of a collaboration between OPENED and this primary school, the objective being to increase awareness among the children of the personal and social impact of Atopic Dermatitis and chronic disease in general.
Mi Adorable hijo. De Gitel Weber
¡Enhorabuena! ¡Es un niño!
¡Qué entusiasmo!¡Qué alegría!
Fue el nacimiento de mi hijo un miércoles por la noche.
Aquellos rasgos. ¡Qué imagen tan maravillosa!
Un mes más tarde no podía estar más orgullosa,
Dando un paseo con mi bebé para que
Todo el mundo pudiera verlo.
Lo guapo que estaba en su cochecito,
Con su conjunto de manga corta y sus patucos.
Acababa de bañarlo - estaba limpio y olía bien,
Le había dado una loción para bebé – estaba precioso
como nunca lo había visto antes.
Creía que llamaría la atención de todo el mundo.
Pero, después de un tiempo (tenía cuatro meses)
Ya no estaba tan orgullosa.
“Es una dermatitis atópica”, me dijeron los médicos cuando
vieron aquella erupción de los pies a la cabeza.
No podía soportar salir a comprar.
Tenía la piel de la cara roja como un tomate.
Nos deshicimos de los pantalones sintéticos.
A partir de entonces tenía que llevar ropa de algodón y
de manga larga todos los días.
Los cinco pediatras y dos dermatólogos
que consultamos nos dijeron:
“denle cortisona, una hidratante y
también unos antihistamínicos”.
Las otras madres, los vecinos y mis amigos también nos aconsejaban,
mi suegra, mis primas incluso mis cuñadas.
Cuanto más les escuchaba más me deprimía.
¿Hay algo que sea eficaz? ¿Qué tratamiento debía seguir?
Cada consejo era diferente, un auténtico enigma.
Cada uno me daba su versión y yo estaba en el medio.
“Cambie el medicamento – no utilice cortisona para un niño”
“ Utiliza crema con cortisona – el medicamento no tiene nada que ver con el problema”
“Dale dos baños al día y se le curará - seguro”
“Dale un baño a la semana - el agua reseca la piel”
“Que le dé el sol – prueba”.
“Que no le dé el sol – tiene la piel muy seca”
“Sigue dándole el pecho – no se lo quites”
“No bebas ni una gota de leche mientras le des el pecho”
“Deje de darle el pecho – es alérgico a algunos alimentos”
Estaba desesperada y de un humor de perros.
Ya no tenía ganas de salir con él a ningún sitio.
“Pobre bebé! Decía una señora mayor que conocía.
A cualquier sitio a donde iba, siempre era la misma historia:
Todo el mundo me daba consejos, una historia, un caso.
Con todo lo que había oído, ¿Qué había adelantado?
A los diez meses todo seguía igual.
Y los médicos, con tanto diploma,
No tenían ni consejos ni remedios
¿De dónde sale – esta irritación tan rara,
“Que aparece cuando cambia el tiempo”?
Aquel hombre tenía un diploma de doctor en medicina
Pero no conseguía convencerme de que
la razón por la cual mi hijo estaba en aquella situación,
era porque, ayer hacia frío y hoy hace calor.
Consultamos nutricionistas y demás...
Buscando siempre alguna solución. Probamos con
aceites y varias dietas.
No hay nada que no hayamos intentado.
Cada vez que probábamos algo nuevo,
o cuando había algún cambio
mejoraba pero era extraño
poco tiempo después, el eczema volvía a apacer-
y empeoraba, como antes.
Podría seguir escribiendo-
Pero no lo haré – os aburriríais.
Quisiera acabar este poema, mi amigo,
¡Pero la vida de mi hijo con el eczema no tiene fin!
Gitel Weber
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